7.11.13

Telón final e invitación

Ya no posteo con la frecuencia que solía hacerlo. Ya no escribo con la frecuencia que solía hacerlo. 
De alguna manera esto es el final de una etapa. No estoy en el mismo lugar que estaba cuando Corre Florci arrancó, y no siento que pueda seguir con esta línea de relato. Descubrí que es mucho más efectivo largar las cosas en la jeta del destinatario. Al principio me limitaba a los insultos vulgares y a las procacidades, pero con la práctica estoy mejorando. Ya casi que puedo charlarte en estilo Corre Florci. Y es liberador, porque de alguna manera, es lo más puro y refinado de mí saliendo a la luz.
Por todo esto, es momento de dejar de correr y volver a escribir. Los espero.


Gracias

Flor

21.1.13

Estamos limpiando

Disculpe las molestias. Estamos reacondicionando a la blogger para su satisfacción.
Próximamente retomaremos las actividades normales.
Saludos, besos y aplausos.

27.12.12

Ya es verano

Festejemos este acontecimiento con un poco de cumbia.

Los Parraleños, "Acedecé"

22.12.12

Nubosidad variable con probabilidad de sismos por la tarde

He de confesar que mi puntualidad deja muchísimo que desear. Me es más que imposible llegar a horario, ni que hablar de llegar temprano a una clase de yoga. Pero ese día, el milagro ocurrió, y para cuando entré al salón dispuesta a adueñarme de una colchoneta durante una hora y media, había la enormidad de tres sitios libres esperando por mí.
Estaba pronta a instalarme en uno de los lugares, cuando la profesora (el nombre correcto sería instructora, pero me parece muy impersonal) me hizo moverme, porque desde ahí la pateaba cuando hacía los estiramientos. Me fui hacia otro lugar libre.
"No, ahí no te pongas"
Mirada a la instructora solicitando traducción de la instrucción.
"Porque si no L. queda abajo de la viga"
Mirada a la instructora solicitando explicación racional a la estupidez más descabellada oída en bastante tiempo.
"Es que le da miedo, porque dice que si hay un terremoto se le va a caer encima"
Mirada atónita a la instructora.
Agarré mi sábana y enfilé para el único lugar factible de ser ocupado mientras me reía descaradamente en la cara de mi instructora. Pobre. Muy ofendida me preguntó a cuento de qué venían las carcajadas. Y bueno, no le contesté. No se me ocurrió una manera didáctica de explicarle que Buenos Aires no es zona sísmica porque está muy lejos de las fronteras de la placa sudamericana, y que en caso de terremoto el lugar más seguro es a cubierto, abajo de una viga. 
Ay, esta L...

17.12.12

"Yo peleé contra la ley" y traduje esto, y le hice arreglos, y la canté con voz blandita, y dije que hacía un homenaje, y tuve la osadía de permitir que alguien en su sano juicio lo subiera a Yout*be

Llegué a esta gema en la corona de las canciones traducidas buscando... no sé bien qué. Pero siempre que uno busca no encuentra, y cuando tira la toalla aparece lo mejor. Así encontré a un profesor mío vestido de boy scout (de veritas, con short y bandana identificatoria) y esta versión en español de "I fought the law", en clave ibérica y apta para todo público. Escuchad, aunque si vosotros, no iniciados, apreciáis la salud de vuestros tímpanos, tal vez no sería conveniente que diérais play al siguiente video.


Acá, la versión de The Clash en vivo. Y acá, la original de Bobby Fuller.

Pido disculpas si The Clash es un tema recurrente en esta sección, pero realmente me encantan y detesto aún más las versiones en español si el ataque se perpetra contra una de sus canciones.

12.12.12

Smart phones, dumb users

Estaba un día, en uno de mis (no tan) frecuentes divagares por la webósfera, escuchando canciones que por pudor no tengo en mi reproductor, cuando en la página de videos más concurrida de la internés salta (literalmente, pues es pop-up, que como ustedes saben, mis distinguidos y cultos lectores, es algo así como "saltar", "emerger sorpresivamente", o algún sinónimo adecuado) una publicidad de una conocida cadena de electrodomésticos. Muy adorable, por cierto. La publicidad, no la cadena.
En fin, estaba mi ser disfrutando de esas imágenes bucólicas, estilo alpino-decadente-paz y amor, cuando irrumpió la voz del narrador. Muy masculina, por cierto. El hombre de cuya garganta salían tan melodiosos sonidos me informó de la existencia de unos seres de cuya existencia no estaba informada, que aparentemente responderían al nombre de "rústicos". Estos seres en cuestión renegaban de cualquier adelanto tecnológico, viviendo en una especie de comunidad hippie con chiches electrónicos que dejaron de ser chiches en los años 70, para pasar a ser más bien objetos de interés museológico que podrían encontrarse en la casa de nuestras abuelas. El locutor de voz aterciopelada procedía a enumerar las "virtudes" de semejante colectivo, en un tono mordaz muy interesante, para luego finalizar con un llamado a la iluminación: si querés dejar de ser rústico, andá a la citada cadena de electrodomésticos, que tenés todos los chiches de esta época, y vas a ser así como super moderno y cool, y vas a estar en la cresta de la ola. O mejor aún, vas a ser la ola.
Hasta aquí, el escenario. Estoy perfectamente de acuerdo con las intenciones de venta que subyacen en el anuncio, pero me pregunto, ¿hasta qué punto la vida "rústica", entendiendo por tal al concepto plasmado en el anuncio, tiene tantas desventajas? Vamos, que según como lo pintan, el índice de ansiedad en ese San Marcos Sierra publicitario es realmente bajo. La gente espera tranquila, no tiene manías controladoras, se vale de sí misma para el levante y no necesita hurgar en el feisbuc... No sé, no veo mal el paisaje, a menos que seas psicólogo, o psiquiatra. No parecen necesitarlos ahí.
Aquí es donde entra el remanido argumento de "sí, y escribís esto desde una netbook, mientras escuchás música." ¿Contradicción? Nunca dije ser rústica. Pero una vez que decidís no ser rústico, ¿de verdad es necesario disponer de una cantidad obscena de aplicaciones que te organicen la vida? Literalmente, las hay para todo, pero vamos hombre, que tampoco es tan difícil pararte frente a la heladera y sacar de la galera una cena. Está bien, no será una comida de tres manteles, pero para mis gustos sencillos de entre semana, sobra. O realmente, no me hace falta que un teléfono inteligente me diga cuántas calorías quemo por ir caminando las siete cuadras que me separan de la estación de tren. O como combinar mi remera naranja furioso con un pantalón acorde. OK, tampoco tengo tanta ropa, pero dale, un poco de esfuerzo propio es lo que se pide. Porque el día que colapse el sistema, no quiero sentirme alienada.
Porque quiero sentir que tengo el control de una mínima parte de mi vida.
Porque poder decidir qué comer, cómo entrenarme y qué ponerme dependa exclusivamente de mí.
Porque no quiero que mi teléfono sea más inteligente que yo.

Aquí, la publicidad.

7.12.12

Yerba mala nunca muere

Hace mucho tiempo, inauguré en el blog la sección Old School yogins, y ahí se quedó, muerta de risa. O cagándose de angustia, como ustedes prefieran. Porque, como suele suceder, basta con que decidas hacer algo aprovechando un cierto hecho típico, para que este desaparezca y se vuelva atípico. Así pasó con mis viejas de yoga: de un día para otro se volvieron razonablemente cultas, razonablemente abiertas al cambio y filtraban razonablemente bien las incoherencias que manaban de su anquilosado cerebro y luchaban por ver la luz.
Tristemente, las viejas y yo ya no frecuentamos el mismo turno... pero encontré una reemplazante de primerísimo primer nivel. Le agradezco de todo corazón haberme proporcionado los medios para mantener viva esta humilde sección. Gracias, L.